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10 espacios cargados de leyendas (y mal rollo)

¿Te gustan los destinos siniestros? ¿Te sientes atraído por los secretos más ocultos de un lugar? De enclaves marcados por la brujería a ritos satánicos, pueblos con zombies, vampiros o museos con todo un catálogo de atrocidades humanas. Si te va el morbo y te apasionan los lugares abandonados y las visitas marcadas por un pasado sangriento, echa un vistazo a esta selección que recorre la flor y nata europea del dark turismo. Para combatir el martes 13 de junio, seleccionamos 10 espacios cargados de leyendas y mal rollo.

1. Los ‘necropantalones’ de Holmavik, en Islandia

Strangaldur | westfjords.is

Cuando las tradiciones ancestrales se mezclan con el cristianismo, puede pasar cualquier cosa. En Holmavik, al noroeste de Islandia, lo que pasó es que esta convivencia se transformó en numerosos casos de brujería, con la consiguiente caza de brujas y todo tipo de atrocidades. Para hacerte una idea de cómo se vivió el tema en esta pequeña localidad –la parada clásica antes de recorrer los westfjords– visita el Museo de la Brujería y la Hechicería –o Strandagaldur– y no te pierdas sus talismanes, hechizos de invocación, piedras mágicas y los necropantalones, los que vestían los hechiceros a la hora de hacer sus conjuros, realizados con piel humana.

2. Los monstruos del Sacro Bosco de Bomarzo, en Italia

Sacro Bosco de Bomarzo | Enrica Tancioni. Unsplash

Entre Roma y Perugia, en la región del Lazio italiano, Bomarzo es una pequeña localidad que no ha pasado a la historia por su patrimonio o su gastronomía, sino por el Parco dei Monstri, un parque de monstruos que, en el siglo XVI, Pier Francesco Orsini, señor de Bomarzo, mandó construir como válvula de escape ante el sufrimiento por la muerte anticipada de su esposa. La obra, marcada por la tristeza y el dolor, no solo es el parque de esculturas más antiguo del mundo moderno, sino una rareza única que ha interesado a personajes como Jean Coucteau o Salvador Dalí. El espacio cuenta con un recorrido libre a través de sus obras de piedra –esculturas que representan una boca gigante, un elefante que sostiene una torre, un orco con las fauces abiertas…– y con un halo esotérico en sus inscripciones, que aún hoy se intenta explicar.

3. El diablo, una enamorada y Loftus Hall, en Irlanda

Loftus Hall | irpix.de. Wikimedia Commons

Irlanda cuenta con un extenso catálogo de leyendas, pero ninguna tan inquietante como la de Loftus Hall, una apartada mansión en la península de Hook, al sureste del país. Según la historia, una noche de tormenta, en el siglo XVIII, un siniestro caballero llamó a la puerta pidiendo refugio. La hija del matrimonio quedó fascinada por el desconocido pero, mientras todos jugaban a las cartas, se agachó para recoger uno de los naipes que había caído al suelo y descubrió, horrorizada, que el caballero no tenía pies, sino unas pezuñas ensangrentadas. Al verse descubierto, el diablo huyó por el techo dejando un boquete que nunca consigue repararse del todo. Desde 2021, la casa no admite visitas guiadas y solo puedes asustarte desde fuera.

4. Buzludzha, el ‘ovni’ de los Balcanes, en Bulgaria

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Buzludzha | Natalya Letunova. Unsplash

‘Estética’ y ‘brutalista’ son dos palabras que, para muchos, cuesta unir en un mismo concepto. Si a esto le sumas que la construcción brutalista en cuestión está abandonada, el feísmo y el morbo aumentan. Es el caso de la sede del Partido Comunista de Bulgaria, un monumental edificio con más de 1.000 m2 de mosaicos situado en Buzludzha, en los Balcanes. En desuso desde la caída del régimen, este extraño ovni está absolutamente apartado de todo –no hay transporte público–, pero algunas empresas organizan tours para visitar el exterior junto a otros puntos de la zona, como la tumba tracia de Kazanlak o la iglesia de Shipka.

5. Los restos del avión de Sólheimasandur, en Islandia

Sólheimasandur | Daniele Buso. Unsplash

Uno de los atractivos del sur de Islandia es la ruta que lleva a la playa de Sólheimasandur, donde reposan los restos de un avión siniestrado en 1973. La historia de este Douglas C-117D de la Marina de los EE. UU. no es muy épica –el avión se quedó sin combustible y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en el que no hubo víctimas–, pero la magia de los paisajes islandeses, pegados a los acantilados de Reynisfjall y la cascada de Skógafoss, han convertido a esta playa volcánica de arena negra en un photocall al aire libre. La zona, repleta de amantes de la fotografía, es un plató natural al que solo se puede acceder a pie o en quad, ya que el terreno es demasiado blando.

6. Los zombies de Wharram Percy, en Reino Unido

Wharram Percy | english-heritage.org.uk

Los únicos edificios que se mantienen en pie en el pueblo abandonado de Wharram Percy son algunas casas de campo y la iglesia de St Martin. Pero lo más inquietante de este enclave situado en York, en el centro de Reino Unido, son los restos humanos que un grupo de arqueólogos encontró enterrados en un pozo, fuera del cementerio de la iglesia. Los huesos –pertenecientes a diez personas, incluidos niños– estaban quemados y cortados con cuchillo. Después de descartar que hubiera sido un caso de canibalismo –los cortes estaban en el medio del hueso y no al estilo carnicero, en las articulaciones–, los expertos concluyeron que la mutilación fue un intento de evitar que los muertos se levantaran de la tumba y resucitaran.

7. Pyramiden, el pueblo soviético deshabitado, en Noruega

Pyramiden | Marcela Cárdenas. Visit Norway

Las aves marinas, zorros árticos y algún que otro oso polar son los principales visitantes de Pyramiden, una antigua población minera –fundada por Suecia en 1910 y vendida a la Unión Soviética en 1927–, en la que llegaron a vivir 1.000 personas y que, en la actualidad, está deshabitada. El lugar, que recibió su nombre por la montaña en forma de pirámide junto a la que está situado –en Svalvard, al norte de Noruega–, es hoy un museo al aire libre que te traslada a la antigua URSS. La escuela, la granja, el hotel… todo permanece igual que en 1998, cuando la empresa estatal rusa decidió cerrar la mina, incluido el busto de Lenin y la hierba que, en su momento, se importó de Siberia. En la actualidad y debido a la invasión rusa de Ucrania, el enclave ha eliminado cualquier tipo de visita o conexión con las empresas estatales rusas.

8. Las siniestras catacumbas de París, en Francia

Catacumbas de París | Hartmut Kellner. Pixabay

Si en la superficie Montparnasse es un bohemio barrio parisino frecuentado por escritores, en su subsuelo esconde un siniestro laberinto de huesos y calaveras. Son las catacumbas de París, un osario construido en unas antiguas minas de caliza, que acogió los restos del cementerio de los Inocentes. Son más de 300 km de bóvedas y túneles –muchos de ellos sirvieron de refugio a la resistencia contra los nazis, en la II Guerra Mundial– de los que se pueden visitar apenas 2 km, pero el recorrido –a 20 m bajo tierra a los que se accede tras bajar 140 escalones– atrae cada año a más de 250.000 visitantes interesados en descubrir esta insólita puesta en escena, aderezada con reflexiones y sentencias sobre la vida y la muerte.

9. Orava y el mito del Conde Drácula, en Eslovaquia

Castle Orava | Joses. Pixabay

El castillo de Bran, en la localidad rumana de Transilvania, es el que más fácilmente se asocia con la leyenda del Conde Drácula, pero no el único. De hecho, muchos años antes, Friedrich Wilhelm Murnau se inspiró en en el castillo de Orava –al norte de Eslovaquia– para rodar su famoso Nosferatu, inspirado también en la obra de Bram Stoker. La demanda de la viuda del escritor contra Murnau –que no contaba con los derechos de autor– relegó al olvido la película del director alemán, pero cuando consiguió salir a la luz, el film se convirtió en objeto de culto y, el castillo de Orava, en lugar de peregrinación para cinéfilos. Entre otras maravillas, el recinto conserva un cuadro del conde Thurzo, hijo de la Condesa Sangrienta –se bañaba en sangre de doncella para mantenerse joven–, con las manos atadas dentro de su ataúd.

10. Narrenturm y el circo de los horrores de Viena, en Austria

Narrenturm | Gryffindor. Wikimedia Commons

El nombre del Narrenturm, la Torre de los Locos, ya te anticipa qué vas a encontrar en este siniestro espacio, que fue uno de los primeros hospitales psiquiátricos de Europa y que, en la actualidad, forma parte del Museo de Historia Natural de Viena. Su construcción, en el siglo XVIII, ya estuvo marcada por oscuras leyes esotéricas: se trata de un espacio cilíndrico con cinco plantas –una por cada elemento de la naturaleza: tierra, fuego, aire, agua y éter– y 28 celdas en cada piso, el mismo número que rige los meses lunares y que, en esa época, se pensaba que tenía relación directa con la locura. Esta exposición de anatomía patológica –una de las mayores del mundo–, incluye muestras de enfermedades como tuberculosis y sífilis, una reproducción completa del ciclo de embarazo, efectos de la radiación o la congelación, cálculos biliares, carcinomas, tumores, enfermedades raras y todos tipo de deformidades.

La imagen que abre el texto es Buzludzha Peak | Jim Black. Pixabay

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